El Economista - 70 años
Versión digital

jue 25 Abr

BUE 14°C

Las protestas en Brasil

¿Por qué le deben importar a la Argentina?

28 junio de 2013

Luego de leer cientos de explicaciones, teorías e hipótesis sobre las causas de las movilizaciones en el país más importante de América del Sur, se pueden (y deben) extraer algunas conclusiones, pues lo que ocurre más allá de sus fronteras tiene no pocas enseñanzas para el devenir social, económico y político de la Argentina. La principal conclusión, entre las varias posibles, es que hay una creciente sensación entre los brasileños (especialmente entre los jóvenes de clase media y urbanos) de que el crecimiento económico no ha “derramado” lo suficiente.

Pero tampoco es sólo económica la protesta. “Las movilizaciones brasileñas son por más democracia, más derechos; por mejores condiciones de vida, de educación, más y mejores hospitales, transporte público digno (y gratuito), contra la corrupción, contra la violencia (particularmente, contra la violencia policial), por el respeto a la diversidad sexual, contra el uso intensivo de recursos públicos en una Copa del Mundo cuyos beneficios no parecen demasiado visibles para el conjunto de la población”, explica Pablo Gentili, académico argentino que reside en Río de Janeiro, y ampliando la lista de reclamos.

¿Pero Brasil no tenía una Presidenta hiperpopular y feroz en su batalla contra la corrupción, y un sistema político funcional, generador de consensos y grandes políticas de Estado? Otros analistas suman reclamos, como una escasa protección para las minorías sexuales o un esquema de “capitalismo de amigos”. Que uno de los puntales de las protestas hayan sido las faraónicas erogaciones que insumirían las obras para el Mundial venidero (recordemos que se trata de Brasil, el pentacampeão y uno de las naciones más futboleras del mundo), es todo un dato del mar de fondo de malestar que no conocemos pero que, sin duda, existe.

En definitiva, para la gran mayoría de los argentinos (poco conocedores de la vida en el vecino país), observar y analizar las recientes movilizaciones implicó deshacerse de prejuicios y preconceptos que se tenían sobre el Gigante Sudamericano. La visión que se tiene, y se tendrá, sobre Brasil ya no será la misma.

Dicho esto, tenemos una caracterización más o menos precisa de lo que motivaron las protestas, que siempre son complejas y difíciles de explicar en una, dos, tres o incluso diez razones.

La Argentina

Como de costumbre, las protestas fueron percibidas en la Argentina a través del prisma kirchnerismo vs. antikirchnerismo. “En cuarteles kirchneristas, las masivas protestas callejeras en Brasil se observaron con un dejo de reprimida satisfacción. En última instancia, infieren cerca del gobierno, la receta brasileña -tan apreciada y defendida por la ortodoxia local? también estaría mostrando sus grietas”, dice el economista Federico Muñoz, en su último informe.

Es probable que en la campaña electoral venidera los políticos opositores dejen a un lado el “modelo brasileño” como el elixir y el camino a seguir.

Pero, una lectura más profunda del fenómeno, debería llevar a otras conclusiones. Lo que ocurre en Brasil, y en muchas otras ciudades del mundo (incluso cercanas, como Santiago de Chile), forma parte de una tendencia mundial de la cual la Argentina no está “aislada”. De hecho, aún con sus marcadas diferencias, el 8N o 20A pueden incluirse en este proceso epocal.

Esta tendencia es creciente y ha llegado para quedarse.

Un dato distintivo es que los jóvenes han sido, en Brasil, en Europa, en Turquía y en el Magreb, sus actores centrales. A diferencia de generaciones pasadas, tienen menos miedo de expresarse en público, están más informados y, en términos operativos (redes sociales mediante), tienen mayor capacidad para juntarse, protestar e influir en la agenda. Hay, pues, actores capaces y deseosos de protestar.

Por otro lado, también hay motivos. En líneas generales, los reclamos económicos suelen estar en el centro de las protestas, tal como ocurriera en la Argentina en el 2001. Los jóvenes sienten necesidad de hacerlo: el Estado de Bienestar ya no es lo que era, la estabilidad laboral y de ingresos de “los treinta años gloriosos” se evaporó y muchos sienten preocupación por su futuro. Quieren participar, y no sólo cada cuatro años con su voto. No quiere “que se vayan todos” sino que se queden y hagan las cosas bien.

Lecciones

Muchas de las proclamas de los brasileños que inundaron las calles por estos días, bien podría levantarse aquí: una provisión de bienes públicos ineficiente, corrupción (o sospechas de) en las altas esferas de poder (a menudo protegidas por la connivencia de la Justicia), reformas cuestionables del régimen político, trastornos económicos (la pobreza, bien medida, supera el 20% de la población, es decir, afecta a 8 millones de personas, como mínimo) y la lista puede continuar. La dirigencia política (y no sólo a nivel nacional) debe estar atenta a este nuevo método de protesta, a los actores que la protagonizan, a los reclamos que realizan y a la manera de evitarlas o reconducirlas positivamente.

Acaso esa sea la lección más importante que se pueda obtener de Brasil.

Puede ocurrir en países con líderes populares y con economías que hayan progresado mucho en los últimos años. Son eventos que parecieran calzar a la perfección con la definición de “cisnes negros”, ideada por Nassim Taleb: sucesos imprevistos y de consecuencias desconocidas. Prevenir, es sabido, siempre es mejor.

últimas noticias

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés