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La política monetaria de EE.UU.

Los posibles caminos.

11 septiembre de 2012

(Columna del economista Gabriel Burin)

En medio de la incertidumbre sobre la dañada economía global y la ajustada carrera electoral estadounidense se empiezan a advertir tres opciones para la política monetaria de Estados Unidos luego de la votación: la continuidad del actual plan moderado del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke; la profundización del alivio que impulsa un sector de la Fed o un estricto ajuste republicano.

La persistencia de la visión de Bernanke es un escenario probable, ya sea ante una reelección de Barack Obama por margen escaso o un triunfo similar de su rival, Mitt Romney. Un Obama reelecto sin mucha convicción de los votantes difícilmente cambie la orientación económica del Gobierno y, si gana Romney, de todos modos deberá respetar inicialmente la estrategia de Bernanke, cuyo mandato vence en 2014. Bernanke tiene la idea de continuar su enfoque, como indicó en su último discurso en el encuentro de banqueros centrales de Jackson Hole, Wyoming.

Allí, si bien ratificó las expectativas de que dispondría un nuevo alivio monetario ante la “grave” situación laboral, resaltó los riesgos de la política no convencional y enfrió las expectativas de una acción inminente, en contra de lo que creían algunos operadores. La postura moderada de Bernanke consiste en ofrecer a la economía distintos grados de “flexibilización cuantitativa” (QE, por sus siglas en inglés) para inyectar dinero cuando la actividad da señales de hundirse, pero haciéndolo con dosis prudentes y reservándose, al mismo tiempo, el derecho de aplicar “estrategias de salida” para desarmar el estímulo excesivo una vez que se normalicen las condiciones económicas.

En una economía global aún dañada por la crisis de 2008-2009, llena de incertidumbre y alterada por perturbaciones de todo tipo, la estrategia de Bernanke demostró ser “la menos mala”: la economía estadounidense sigue funcionando, aunque con un desempleo elevado. La inflación, en las apariencias, está contenida, pero las dos rondas de QE que hizo la Fed hasta ahora plantean un riesgo inflacionario a futuro.

Errar por el lado de la inflación

Las miradas ahora se depositan en el encuentro que sostendrá la Fed este mes, para ver si efectivamente allí el banco central determina la QE3 y, en caso de hacerlo, de qué monto será. El supuesto de los funcionarios y de muchos economistas es que el desempleo alto ?en torno al 8%? y la crisis de la deuda europea son problemas mayores que el peligro inflacionario causado por la política monetaria expansiva.

Teniendo en cuenta esta visión general y el enraizado temor a una depresión, es claro que si la Fed se arriesgara a errar en el suministro del medicamento para la economía en el corto plazo, lo hará por el lado de una mayor inflación y no de una tasa de desempleo aún más alta. Quizás el banco central se satisfaga con apuntar a bajar la desocupación a 6-7% y con una inflación de 3-4%, algo arriba de lo deseable. Semejante desempeño sería peor que las tasas de desempleo cercanas al 5% y la inflación de 2-3% de hace unos años, cifras más en línea con el doble mandato de la Fed (pleno empleo y estabilidad de precios).

No obstante, a corto plazo seguiría siendo lo mejor que se puede hacer en una economía tan golpeada. Y también sería superior a otras alternativas que se mencionaron recientemente. Una de ellas fue esbozada por el jefe de la Fed de San Francisco, John Williams, quien a comienzos de mes habló de un alivio cuantitativo “de final abierto”, por un monto mayor que los US$ 600.000 millones de la QE2. Esta idea de Williams, un funcionario del ala expansiva de la Fed, parecería alejarse del enfoque moderado de Bernanke, y su aplicación podría exacerbar demasiado la inflación.

En el otro lado están los republicanos y sus duras propuestas para auditar a la Fed y reenfocarla sólo en la estabilidad de precios tras la generosa impresión de billetes y los rescates financieros de los últimos años. Es muy poco probable que sus planes más extremos se cumplan. Sin embargo, después de la QE3, en 2013 quizá sí se comience a ver a un Bernanke más centrado en las estrategias de salida que en el estímulo.

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