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El segundo semestre

Será mejor que el primero.

13 julio de 2012

(Columna del economista Rodrigo Alvarez Litre, socio y director de Analytica)

El futuro económico de la Argentina divide a la profesión. Hay quienes piensan que sólo resta esperar una profundización del enfriamiento hasta el punto de proyectar una recesión y en la vereda opuesta nos encontramos los que anticipamos cierta mejoría en los próximos meses. Es claro que el ritmo de actividad económica no fue bueno durante el primer semestre. De hecho, fue de mejor a peor, lo que respalda la visión de los más pesimistas. En el segundo trimestre el Gobierno concentró varias decisiones de elevado voltaje. Se destacan la estatización parcial de YPF, la profundización de los controles a las importaciones y el cepo total a la compra de dólares para el atesoramiento. Todo en un marco de una pobre y, muchas veces, confusa comunicación oficial. El shock sobre las expectativas fue fuerte, no sólo por el peso específico de las medidas sino también por las especulaciones generadas durante esos meses. Parálisis, incertidumbre y retracción fueron denominador común en empresas y familias por igual.

El contexto internacional suma luces y sombras. Lo más positivo ha pasado por la elevada cotización de la soja. La preocupación es el ritmo de crecimiento global. Básicamente porque la crisis europea sigue en franco desarrollo y afectando los niveles de actividad de nuestros principales socios comerciales. Por caso, la producción industrial de Brasil acumula una baja de 3,4% interanual en los primeros cinco meses del año.

El impacto final de esta conjunción de factores fue fuerte, incluso en los rubros menos sensibles. Entre enero y mayo el consumo de alimentos, bebidas, cosmética y limpieza creció 1,6%, bastante por debajo del 2,4% acumulado en 2011. En los supermercados estos registros fueron 0,4% y 2%, respectivamente. Para los gastos más suntuarios el freno fue mucho más abrupto. Las ventas de los shoppings crecieron 0,5% entre enero y mayo contra casi 7% en 2011. En el caso de los autos nuevos, subieron 3,5% en el primer semestre frente al 27% del año anterior. Es obvio que la demanda de inmuebles se desplomó al ritmo de las trabas a la compra de divisas y a la incertidumbre generada por el dólar “blue”.

Por el lado de la oferta, la actividad de construcción registró caídas luego de acumular tasas de crecimiento en torno de 10% el año pasado. La industria, por su parte, sufrió el frío de la demanda brasileña y el shock de expectativas negativas del segundo trimestre. Para los que dicen que el mundo no tiene ninguna relevancia, las exportaciones de autos se desplomaron 28% básicamente por Brasil. Frente a este panorama gris, la perspectiva para el segundo semestre del año es algo más favorable. En primer lugar porque difícilmente se pueda sumar una conjunción de factores tan estresantes para las expectativas como los que se dieron entre abril y junio pasado.

El Gobierno ha logrado acotar al mínimo la fuga de capitales y ahora busca moderar los daños colaterales del cepo mediante políticas específicas. Por ejemplo, con la línea de créditos a tasa subsidiada con fondos de la ANSeS ($20.000 M) destinada a la construcción de viviendas. En igual sentido apunta la medida que obliga a los bancos a volcar 5% de sus depósitos privados a créditos productivos de largo plazo y a tasas subsidiadas (15%). Si bien ninguna de estas medidas tendrá efectos inmediatos, los cierto es que ratifican la voluntad oficial de estimular ?con estilo propio? la inversión. De hecho es probable que en los próximos meses se sumen otras destinadas a apuntalar el nivel de actividad. Sin alterativas de ahorro, una parte importante de los pesos “acorralados” se volcará a consumo e inversión. La inflación y las tasas reales negativas de interés siguen siendo un importante estímulo al gasto. En este sentido, los recientes aumentos salariales acordados en distintos gremios van a revitalizar el consumo. Las familias venían sintiendo el impacto de la inflación y de la demora en el cierre de las paritarias.

Por último, es de esperar que las políticas de estímulo que viene aplicando Brasil comiencen a reactivar la demanda interna del principal socio del Mercosur. Desde medidas macro como la baja en la tasa de interés de referencia hasta políticas específicas para estimular la industria automotriz, integran el menú desplegado por Dilma Rousseff. En este sentido se destacan el aumento del IPI para los vehículos extrazona, la liberación de encajes bancarios para los créditos destinados al financiamiento de automóviles nuevos y la reducción en la tasa de los créditos prendarios. Con este impulso Brasil debería exhibir las mayores tasas de crecimiento sobre el último trimestre del año y traccionar a la industria argentina.

Por último, es bueno recordar que el segundo semestre del año pasado constituye una base de comparación mucho más modesta que el primer semestre. En particular, el tercer trimestre de 2011, por la fuga de capitales y la parálisis previa a las elecciones presidenciales.

(De la edición impresa)

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